06 RSC

12.01.2015

¿RSC, política primordial en las empresas?

Raquel del Árbol Fernández

Según J. M. Moneva y J. L. Lizcano, entendemos la responsabilidad social corporativa como el compromiso voluntario de las empresas con el desarrollo de la sociedad y la preservación del medio ambiente, a partir de su compromiso social y su comportamiento responsable hacia las empresas y los grupos sociales con quienes interactúa. Sin embargo, centra su atención en la satisfacción de las necesidades de los grupos de interés a través de determinadas estrategias, en las que sus resultados deben ser medibles, verificables y comunicados adecuadamente. Así, pues, la RSC va más allá del cumplimiento de la normativa legal establecida y de la obtención de resultados exclusivamente económicos a corto plazo. Supone un planteamiento estratégico que afecta a la toma de decisiones y a las operaciones de toda la organización, y crea valor a largo plazo y contribuye significativamente a la obtención de ventajas competitivas duraderas.

El objetivo de la RSC es abordar diferentes aspectos del ámbito de la justicia social como la integración de la discapacidad en el trabajo, la igualdad de género en las empresas, los compromisos medioambientales, las necesidades y aspiraciones de los trabajadores, etc. Y con estas diversas actuaciones, obtener como resultado mejoras en los procesos internos de la empresa, tanto en el ámbito económico, social y ambiental como aportando información fiable y completa de la actividad empresarial que se lleva a cabo; introduciendo la actividad empresarial sostenible en el entorno natural en que nos encontramos; potenciando las ventajas competitivas en relación con la reputación empresarial (aumentando la calidad, la fidelización y la atracción del capital humano) y desarrollando la empresa para generar más beneficios. Esto implica que se debe abordar esta cuestión siguiendo una estrategia clara en línea con la cultura y los valores de la empresa.

La RSC fue impulsada en la década de los 90 para fomentar un cambio cultural interno en las empresas, integrando en su gestión una visión más extensa y profunda de sus impactos y responsabilidades para con la sociedad. Vemos que su actividad está centrada en las multinacionales y deja de lado las pequeñas y medianas empresas, como las administraciones públicas, las cuales, en conjunto, suponen una gran parte de la población y, por tanto, del impacto por el que se impulsó la RSC. Así, pues, se debería incrementar la iniciativa y la participación empresarial en este sector para así potenciar su actividad en los diversos niveles comentados anteriormente. Considero que esta iniciativa, trabajada de forma óptima y ajustada al nivel de cada empresa, puede aportar muchos beneficios sociales, tanto para los trabajadores como para la empresa y el entorno; por este motivo, considero relevante que todo tipo de empresas deberían adherirse a esta participación (siempre en la medida de lo posible, teniendo en cuenta la tipología de empresa de que se trate), dado que toda actividad, por pequeña que sea, puede influir en un mejor bienestar social. Sin embargo, se debe tener en cuenta que toda acción no tiene por qué implicar gasto económico, ya que hay alternativas en forma de colaboración igual de relevantes.

Por otra parte, si la empresa propone y plantea un buen proyecto de RSC, implica que estas buenas prácticas empresariales sean percibidas positivamente por la comunidad y se genere una reputación positiva hacia la empresa. Así, pues, este hecho favorece a la empresa, dado que puede facilitar una mejora de su capital humano, como la contratación de nuevo talento. Estas buenas actividades sociales hacen que los profesionales consideren una oportunidad profesional destacable formar parte de la empresa en cuestión, lo que implica que, al hacer la selección de nuevos candidatos, se podrá optar por contratar a profesionales con mayor potencial, y esto beneficia significativamente tanto al candidato como a la empresa. No obstante, no debemos olvidar que este no es el único objetivo por el que se deben realizar estas prácticas y, por lo tanto, no se deben basar las acciones empresariales en esta máxima, sino que hay que actuar siguiendo unos valores empresariales ligados a la cultura y la RSC, pero, evidentemente, teniendo en cuenta la rentabilidad de la empresa, ya que las empresas no se crearon para ser obras benéficas. Y por este motivo se debe adecuar la actividad tanto a las posibilidades empresariales (tal y como he mencionado anteriormente) como a su cultura, dado que no todas las empresas siguen los mismos principios, y actuar con discrepancia a ellos puede ser perjudicial para la empresa.

Sin embargo, igual de importante es tener un buen plan de RSC como que los trabajadores conozcan de forma exhaustiva esta implicación. Se debe considerar una política de empresa primordial, que el trabajador debe conocer desde el primer día que comienza a formar parte de la empresa para así potenciar su actividad y el cumplimiento de sus objetivos, así como para que el propio trabajador pueda beneficiarse de este proyecto, ya que estas acciones influyen directamente en la motivación y el rendimiento. Así, pues, el plan de RSC debería estar incluido en el manual de acogida que se entrega a los nuevos profesionales.

Teniendo en cuenta el último estudio (Key Audience Research) realizado por Ipsos, en general se percibe que en España no se lleva a cabo una política destacada en el ámbito de la RSC y, por otro lado, el estudio asevera que la sociedad no percibe estos esfuerzos, lo que implica que el esfuerzo social que se está llevando a cabo, a pesar de que se debería potenciar, debería comunicarse distintamente para así generar un valor mayor en nuestra sociedad. Por lo tanto, como he comentado previamente, es igual de importante la implicación en la realización de un plan de RSC óptimo y relevante como dar a conocer correctamente entre los clientes (internos y externos) las actividades que se llevan a cabo, para así poder beneficiarse de sus resultados y su implicación, y también llevar a cabo una buena práctica en torno a la RSC, que por este motivo fue creada en la empresa.

Para concluir, deberíamos reflexionar y actuar según el principio ecológico de Hans Jonas: «Actúa de tal forma que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra.»

Raquel del Árbol Fernández

Raquel del Árbol Fernández

Alumna del Máster en Recursos Humanos, UPF Barcelona School of Management

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