Reimund Fickert habla pausadamente pero cada frase tiene contenido. En sus once años como director de Proyectos en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona y seguramente buenamente influido por el incansable director Jordi Camí, ha aprendido que los visionarios no tienen amigos.
Cuando un proyecto gusta a demasiada gente, quiere decir que no es lo suficientemente innovador. Cuando, en cambio, crea recelo, duda, oposición… quiere decir que es bastante rompedor para que sea tenido en cuenta.
Porque las novedades demasiado radicales incomodan y nos sacan de nuestra área de confort. Preferimos cambios progresivos.
Sin embargo, seguramente estos enemigos se convierten, al cabo del tiempo, en tus mejores acompañantes en los mismos proyectos que un día no vieron con agrado…